Rosa Maria Deras una mujer de rostro franco y moreno que denota mucho trabajo y la inquietud de sus ojos nos hablan de su espíritu emprendedor. Vive en el Cantón Aguaje Escondido en el Municipio de Tejutla, del Departamento de Chalatenango.
Acomoda con mucho primor cada una de las mascarillas sobre la mesa , y se acomoda en un tronco para contarnos un poco de su experiencia de emprendimiento en la Pandemia. Nos explica que como la situación del Covid-19 fue por etapas ella tomó algunas decisiones. “Yo me dedicaba a hacer bordados y estampados”, expresa.
Comenta que cuando la pandemia inició se dedicó a hacer mascarillas, “porque se comenzaron a escasear y no se hallaban, también me motivó que habían muchas familias que no tenían acceso a poder comprar una mascarilla y por eso comencé a elaborarlas para regalarlas”, enfatiza.
Motivada por su humanismo Rosa se empeñó en elaborar día a día las mejores mascarillas, y nos dice: “poco a poco fui evolucionando hasta llegar hasta poder hacer mascarillas sublimadas, que son doble tela, con filtro y lavables”, lo que comprobamos con los variados diseños vistosos que ahora tiene en su mesa y en la que también aparecen mascarillas especialmente diseñadas para empresas con sus logos.
“Con esto yo he ido saliendo, fue difícil porque no había transporte, no se salía si no cuando le tocaba según el DUI, pero así salimos adelante”. Y continúa…”No solo me ha beneficiado para llevar los alimentos a mi casa, sino que también he podido ayudar a otras personas que lo necesitaban”. Su testimonio nos recuerda que no todo es dinero y ganancias; ya que ella regalo muchas mascarillas, para que sus vecinos se protegieran del virus.
Cuando Rosa nos cuenta de las dificultades encontradas en este proceso de emprendimiento, en sus ojos se refleja el destello de una lágrima, y nos dice con sabiduría “como en todo hay altas y bajas”. Ella perdió un familiar debido al Covid-19 y sufrió marginación y la tristeza de la pérdida, pero eso la impulsó para elaborar mascarillas y que otros no pasaran por esa experiencia.
Ahora puede hacer hermosas mascarillas, y ha recibido muchos pedidos de empresas de la zona, para elaborar varios cientos, algo que la tiene muy contenta y animada. Por eso no duda en decir a otras mujeres que es posible emprender, no importando las circunstancias siempre y cuando se obre de buena fe: “Nada es imposible, si nosotros nos ponemos una meta confiando en Dios y en lo que podemos hacer, podemos emprender en diferentes ramas,… a la vez de beneficiarnos nosotras, a nuestras familias podemos ayudarles a los demás… y culmina con una invitación muy a su estilo “ a todas las que quieran motivarse para hacer mascarillas para mí es un gusto poderles enseñar”.